Saturday, September 30, 2006

...y el BARRIO grito CAMPEÓN!!!!!

Fuente:

Norberto Padula

Parque de los Patricios es sinónimo de cultura nacional y popular; y el tango y el fútbol son componentes de dicha cultura. Fue, es y será un barrio tanguero y futbolero.
Tanguero: su historia nos que dice que por sus cafés cantaron el Zorzal y otros grandes como Angelito Vargas, que le cantara el tango Parque Patricios. Historia que nos cuenta, además, que vivieron entre otros dos próceres de la literatura nacional y popular: los hermanos Discépolo: Armando, el gran dramaturgo del grotesco y Discepolín, ese genio en todo: músico, letrista, director de cine y teatro, actor; con tiempo -aunque a alguno le duela- para dedicarse a la política.
Futbolero: es obvio que la institución que lo simboliza es el Club Atlético Huracán. Es cierto que Huracán no muere en Patricios: Pompeya, Soldati, Lugano, son otros barrios en que el globito tiene importante influencia. Pero es Patricios el que identifica ante terceros la pertenencia de Huracán. Su sede enclavada en pleno corazón del barrio y su hermoso estadio en el límite con Pompeya, también lo atestiguan. Hablar de Huracán es decir Parque de los Patricios. Hablar de Parque de los Patricios es decir Huracán.
Y entonces en este recordatorio a Parque de los Patricios no podía estar ausente el fútbol, por lo tanto Huracán. Este Huracán que fue grande desde su nacimiento (aunque su actual presente, parecería decir lo contrario) allá por el año 1908, obteniendo varios campeonatos en la época amateur.
Después vino el profesionalismo y si bien el Globo no obtiene campeonatos en las décadas del 30 y 40, será respetado porque por sus equipos pasaron grandes jugadores que enorgullecieron al fútbol argentino y a la Selección Nacional: Tucho Méndez, Baldonedo, Masantonio, Alberti, Giúdice, Salvini, Unzué, entre otros. Pero la obtención del trofeo mayor siempre estuvo lejos. No porque no tuviera buenos equipos, sino porque había otros que tenían mejores. Siempre resultaba difícil jugar contra Huracán y por supuesto se lo seguía considerando un grande.
Llega el final de la década del 40 y las del 50 y 60. No fueron buenas en lo futbolístico y, salvo excepciones, Huracán obtiene clasificaciones menores. Su gente seguía esperanzada en saborear alguna vez un campeonato. El último había sido en el 28 y ya era historia muy lejana y las nuevas generaciones no lo había vivido.

El sueño se concreta....

Pero por fin esa esperanza se concretará en realidad. Será en la década del 70, la más rica en la historia futbolística, en que Parque de los Patricios vibrara con su hijo: el Globo Campeón 1973.
Y por supuesto después de tantos años de sentimientos contenidos la gente se volcó a sus calles a festejar. Festejo doble: la obtención del título pero con un fútbol lujoso, que fue ponderado por propios y extraños; un equipo al cual iban a ver jugar no sólo la parcialidad huracanense, sino gente que no tenía nada que ver con el globo.
Y a riesgo de caer en la nostalgia recordaremos ese brillante conjunto que le diera al barrio la primera satisfacción enorme y, por ahora la única en el profesionalismo: gritar CAMPEONES!!!!

Utilizando una formación ordenada como se hace actualmente sería:

Roganti, Chabay, Buglione, Basile y
Carrascosa; Brindisi, Ruso, Babington y
Larrosa; Houseman y Avallay.
Fueron suplentes: Leyes, Cantú, Roma,
Tello, Scalise, Del Valle, Quiroga, Lavoratto,
Entre otros.

El técnico fue César Luís Menotti, quien con el tiempo se convertiría en uno de los mejores del mundo y dejaría para la Argentina el primer Campeonato del Mundo 1978 y el primer Campeonato Mundial Sub-20 en Japón, terminado con el verso aquel de que con los europeos no se podía competir, y con un fútbol de alto vuelo y contundente.
Y no podemos olvidarnos de Ricardo Pizzarotti, un preparador físico excepcional, quien demostró que los jugadores argentinos podían adquirir las mismas condiciones físicas que los europeos. Campeón con el Globo en el 73; Campeón del Mundo en el 78 y en el 79; y Campeón con Rivr acompañando a Daniel Pasarella en todos sus logros.
Hoy cuando este equipo del 73 es historia y pasó a la misma por su fútbol magnífico y por jugadores de una gran riqueza técnica, un sector del periodismo, de mala fe en algunos casos y en otros por ignorancia, suelen repetir “con ese equipo cualquier técnico salía campeón” ignorando o haciéndose los distraídos de que ese equipo lo formó César Luís Menotti con un costo de 10 pesos, y de ninguna manera era candidato al iniciarse el campeonato del 73. Su brillo fue apareciendo a medida que transcurrían los partidos. Jugando muy bien, ganando y goleando.
Queda claro que ese equipo hizo volcar las calles de Patricios a toda su gente, fue grande porque tenía jugadores para ello, pero también porque contó con un técnico que supo elegirlos, motivarlos, potenciarlos a partir de sus cualidades, y convencerlos de que el fútbol es la conjunción de eficacia (porque, obviamente, todos queremos ganar) y estética.
Este equipo recuperó las banderas históricas del fútbol argentino y ése fue su mayor logro. Por eso trascendió a su barrio. Y se hizo un clásico. Por nuestro agradecimiento eterno

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